martes, 5 de agosto de 2014

Estado débil comunidades fuertes



El monopolio de la violencia es un atributo inherente al Estado, éste le obliga a garantizar justicia y seguridad a la ciudadanía; pero en México, desde hace más de 30 años, el Estado ha cedido este monopolio a quienes han querido tomarlo: guardias privados, guardias vecinales, policías comunitarias y autodefensas, entre otras corporaciones extralegales o poderes fácticos.


Algo explicable sólo en Estados débiles como en México donde esta institución es endeble desde su formación. 


El pasado indígena y colonial del país le dejaron como herencia un pluralismo legal (derecho indígena, derecho positivo, etcétera) y marcados cotos de poder locales, micro-Estados, que han mantenido disminuido el poder del Estado y hacen difícil la conformación de ciudadanía. 


Luego, con la implantación del modelo neoliberal en los años 80 y la conveniencia, para el poder económico, de un Estado adelgazado, este comenzó a ceder espacios sociales y roles que le son inherentes, como el monopolio de la violencia. De ahí que los poderes locales comenzaran a recuperar porciones de violencia, apunta Gamallo.


En este contexto, la práctica de los linchamientos, como acciones civiles autónomas que pretenden resolver problemas que el Estado ya no puede ni quiere encarar, no es extraña. Las comunidades comienzan a tomar el control en sus manos.

Seguir leyendo...

De la desorganización al ritual
La gente "de fuera" bajo sospecha
Para malos, los "del Cerro"
 

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Todos los comentarios son bienvenidos, pero por favor no utilice palabras soeces. Cualquier mensaje que contenga una palabra soez será bloqueado. Nos reservamos el derecho de retirar cualquier comentario que incluya palabrotas, excepto cuando sean usadas como interjecciones.