sábado, 9 de agosto de 2014

Seres humanos reemplazables, valen menos que la bala que los mata*



Crueldad es el sello distintivo de buen número de los 10 mil 719 homicidios dolosos ocurridos en los últimos siete años en el Estado de México. Las causas, de acuerdo con voces expertas: un interés del Estado por mantener a la ciudadanía controlada mediante el uso del terror; una cultura de la violencia; la carencia de una educación integral del individuo: académica, pero también como persona; la pobreza; la exclusión; la migración y en suma: un deterioro ético que ha llevado a la pérdida del valor de la vida humana en una lógica de mercado donde como dice Óscar Wilde: “la gente sabe el precio de todo y el valor de nada”.
 
Por Blanca Padilla

Inés, una niña de apenas cuatro años, residente de Chimalhuacán, Estado de México (Edomex),  no sabe que su vida ya está bajo amenaza. Lo terrible es que es otro niño, Carlos, de 14 años quien la ha sentenciado. Los motivos: el asesinato del padre de Carlos a manos de Jorge, el abuelo de Inés. 


Distintas cifras, ambas en aumento



Las estadísticas del INEGI, difieren de las aportadas por el SESNSP hasta por cuatro mil homicidios. No distinguen entre homicidio culposo y doloso, pero sí hacen un desglose por sexo. 

Por ejemplo, de acuerdo con INEGI, en 2012, en el estado de México se cometieron 2 mil 907 homicidios: 2 mil 508 fueron hombres, 389 mujeres y de 10 no se logró determinar el sexo. En cambio, el SESNSP reportó tres mil 804 homicidios, de los cuales dos mil 130 fueron dolosos y el resto culposos o accidentales. 

Terror, estrategia de Estado para controlar



Contrario a CIDAC, el doctor Roberto Manero Brito, investigador de la Universidad Autónoma Metropolitana, en entrevista con Buzos, sostuvo la hipótesis de que, en realidad, la delincuencia no se le escapó al Estado, sino al contrario, éste la dejó libre para controlar a la ciudadanía por medio del terror. El grado de impunidad y crueldad con los que se desenvuelve la delincuencia obedece a una política expresa del Estado, dijo el catedrático.

Seres humanos desechables, la vida devaluada

El mercado es actualmente el eje de las políticas y estrategias de control. La alienación alrededor de la idea del mercado es brutal. Al mercado lo forman personas, sin embargo los neoliberales lo asumen como una entidad metafísica, como algo suprahumano, señaló el doctor Manero.

Para ellos el mercado no tiene responsabilidad alguna. Bajo esta óptica, la vida humana se ha depreciado, es fácilmente sustituible. Hay más seres humanos que petróleo, que oro, etcétera.

Sociedad que piensa policiacamente



Me preocupa cuando se piensa que alguien está generando el clima de violencia para tener mayores posibilidades de control. Me parece una paranoia. No creo que alguien lo quiera hacer. Lo que sí creo es que la sociedad actualmente piensa policiacamente, algo agravado durante el anterior sexenio, y que existe un alto grado de impunidad en todos los ámbitos: jurídicos, educativos y morales, dijo el profesor-investigador de la UAM Xochimilco, Gabriel Araujo Paullada, entrevistado aparte por Buzos, en relación a la hipótesis del doctor Manero. 

No se sabe hasta dónde estas instituciones se contradicen y tampoco de qué forma han convertido en impunidad el capítulo de los derechos humanos, dijo.


martes, 5 de agosto de 2014

Linchamientos, respuesta popular ante la ineficacia del Estado*


Por Blanca Padilla


La reaparición de los linchamientos en México a partir de los años 80 y su incremento desde mediados de los 90, obedece a múltiples factores, aunque destaca el quiebre de un monopolio normativo mantenido por más de 60 años, lo cual trajo como consecuencia la reapropiación de la violencia por parte de las comunidades. Es decir, de los poderes locales que resurgen y cada vez demuestran mayor organización ante la ineficacia e ilegitimidad del Estado, evidente por la desidia, complicidad con la delincuencia y corrupción que invaden las instituciones, especialmente las de procuración de justicia. El Estado ya no garantiza ni la vida, ni la libertad, ni los bienes de los ciudadanos. Éstos deben organizar su propia defensa.
 
Cuando el Estado no hace lo que le corresponde y en lugar de combatir el delito se asocia con él; cuando la ciudadanía, al denunciar una agresión, tiene que perder el tiempo con argumentos leguleyos, abogados chicaneros y jueces decididos a negociar con los delincuentes; cuando la corrupción se halla institucionalizada pues, se alienta la “justicia por propia mano”, sobre todo en las comunidades bien organizadas y mejor informadas. 
 

La chispa que prende a la gente


En cuanto al detonante de un linchamiento, los robos y agresiones directas contra personas o por accidentes automovilísticos se encuentran en primer lugar, suman 82 por ciento de los casos.
 
También esto ha cambiado. En la primera década del siglo XXI (2000- 2009) los linchamientos se desataban por agresiones a la integridad física en un 45 por ciento de los casos, en los últimos años, en cambio, la mayoría ocurren por agravios contra bienes y servicios, 64 por ciento. 

Estado débil comunidades fuertes



El monopolio de la violencia es un atributo inherente al Estado, éste le obliga a garantizar justicia y seguridad a la ciudadanía; pero en México, desde hace más de 30 años, el Estado ha cedido este monopolio a quienes han querido tomarlo: guardias privados, guardias vecinales, policías comunitarias y autodefensas, entre otras corporaciones extralegales o poderes fácticos.


Algo explicable sólo en Estados débiles como en México donde esta institución es endeble desde su formación. 


De la desorganización al ritual



Los linchamientos ocurridos en los últimos años no son protagonizados por “turbas”, “muchedumbres”, “chusma” o el “pueblo enardecido”, lo cual implicaría desorganización y falta de objetivos, sino por el contrario, por colectivos cada vez mejor organizados.
 
Y las cifras lo demuestran. Entre 2001 y 2009, de los 252 linchamientos ocurridos en el país, 75 por ciento estuvieron escasamente coordinados; mientras que en los 118 ocurridos en el periodo 2010-2011, el 50% estuvo mejor organizado.

La gente “de fuera” bajo sospecha




Para ejemplificar la relación con la otredad en estas comunidades, veremos dos casos: San Jacinto, Huixquilucan y Santa María Chicoloapan, Ecatepec, dos comunidades, protagonistas de linchamientos, visitadas por Buzos y donde la gente entrevistada fue enfática al señalar a los avecindados como los culpables de lo malo.
 
“A mí ya me tocó vivir todo lo bueno y ahora estoy viendo lo malo. Las carreteras nos trajeron mucho porvenir y mucha prosperidad, pero también mucha delincuencia. Se dejó de sembrar la tierra, se fraccionó y ahora tenemos muchos avecindados a los que ya no conocemos ni sabemos que mañas traen. 

Para malos, “los del Cerro”




Vecinos de Santa María Chiconautla, Ecatepec, quienes protagonizaron el linchamiento contra un presunto secuestrador de niñas, ya comentado, también hacen alusión a los avecindados como origen de sus males.

La señora María y otras personas, entrevistadas por Buzos en esta comunidad, coinciden en señalar a “los del Cerro”, colonia Ciudad Cuauhtémoc, como los responsables de que se haya elevado la inseguridad en su otrora tranquilo pueblo.